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Nuestra historia con el catering: de una cena informal a una empresa con alma

Todo empezó, literalmente, en una mesa. Era una cena entre amigos, de esas en las que todo fluye: la comida, las risas, las ideas. Cocinamos juntos sin planearlo demasiado, mezclando sabores, improvisando con lo que había, y cuando todo terminó, uno de los invitados dijo en broma: “Esto parece un catering de verdad”.
Nos reímos… pero esa frase se quedó rondando.

UN SABOR COMPARTIDO
Ariadna venía del mundo de los eventos. Siempre le fascinó la forma en la que la comida podía cambiar el tono de una reunión, crear conexiones, romper el hielo. Jordi, por su parte, llevaba años cocinando por pasión y formándose en técnicas de cocina profesional. Nos conocimos entre fogones y enseguida supimos que compartíamos algo más que el gusto por comer bien: queríamos cuidar a la gente a través de lo que hacíamos.

Empezamos poco a poco, sin grandes pretensiones. Primeros encargos para conocidos, reuniones pequeñas, desayunos sencillos para startups. Y cada vez que terminábamos un evento, sentíamos lo mismo: una mezcla de cansancio, satisfacción y la certeza de que eso era lo nuestro.

DE LO PEQUEÑO A LO PROFESIONAL (sin perder el alma)
Con el tiempo, fuimos creciendo. Nos dimos de alta, nos equipamos, montamos una cocina de producción. Aprendimos todo lo que no sabíamos: gestión, logística, proveedores, dietas especiales, alergias, márgenes, tiempos. Pero hay algo que nunca quisimos perder: el trato cercano. Nuestro catering no es un “menú en masa”. Queremos que cada empresa sienta que le estamos cocinando a medida, con intención, con detalle. Que sepan que detrás de cada tabla de desayuno o cada bandeja de wraps hay dos personas que han pensado en sus necesidades, sus horarios y el ambiente que quieren crear.

¿Y AHORA?
Ahora tenemos clientes fijos, equipos que confían en nosotros para sus reuniones semanales, eventos grandes que nos siguen poniendo nerviosos (¡y nos encanta!), y un montón de historias en el camino. ¿Lo mejor? Que seguimos disfrutando como el primer día. Porque esto no va solo de comida. Va de cuidar, de crear momentos, de sumar al trabajo cotidiano algo que a veces se olvida: calidez.

Gracias por formar parte de esta historia. Ariadna & Jordi